miércoles, 18 de julio de 2012

LA DEMOCRACIA COMO SISTEMA POLÍTICO Y COMO CULTURA


La democracia es un ejercicio cotidiano  que contribuye a construir relaciones sociales más equitativas y que permite aperturar espacios para el entendimiento de lo heterogéneo y lo diverso.  Para que la democracia prospere, los ciudadanos deben de estar dispuestos a expresar e intercambiar ideas entre ellos y sus representantes en el gobierno y ser capaces de ponderar las medidas de acción y las posibles consecuencias (DDA: 2011)
Ahora bien, para la teoría política, existen al menos cuatro tipos de democracia (Rodríguez 2009: 21) representativa, pasiva, deliberativa e inclusiva. Las tres últimas corresponden mas a formas que toma la democracia y que se sustentan en la necesidad de participación por parte de la sociedad civil con el objetivo de garantizar la inclusión social.  Queda claro que dentro de la democracia, juega un rol fundamental la participación ciudadana y esta es una construcción social, vale decir que debe ser aprendida. Es necesario transmitir a los estudiantes los contenidos y valores de la ciudadanía democrática lo que conlleva a transmitir herramientas de participación y de generación de espacios democráticos.
A partir de este enunciado planteo la siguiente hipótesis: “La  democracia en el Perú es punitiva y condicionante; es mayoritariamente pasiva y con fuerte desinterés representativo; también es formalmente procedimental y cíclica con elecciones municipales, regionales, congresales, presidenciales, cada cuatro a cinco años.
Planteo esta hipótesis de trabajo porque para ejercitar la democracia se necesita creer en los valores democráticos; toda forma de imposición de valores resulta por demás, antidemocrática. De tal suerte que la escuela como espacio de aprensión cultural juega un rol fundamental: transmitir habilidades, conocimientos y valores democráticos; mostrando a los estudiantes las ventajas de la vida en una sociedad democrática y no imponiendo estos principios como ocurre comúnmente en las Instituciones educativas.
Es curioso como siendo la escuela el espacio en el que se puede adquirir y perfeccionar las destrezas de la convivencia democrática, resulte el referente más agresivo dentro del modelo formal pues ella transmite un discurso oficial sobre la nación peruana, recogiendo solo una parte de nuestra diversidad; es decir, la escuela es de por sí una transmisora impositiva de la oficialidad. Peor aún, siendo este sistema “obligatorio” anula el principio de libertad lo que ha llevado al fracaso en su función democrática.
Recuerdo mi formación en la escuela estatal y las formaciones de los días lunes, con comandos militares como “cubran, firmes, descanso, atención”, aun hoy veo cómo los estudiantes se ponen de pie y saludan marcialmente a las personas que ingresan a las aulas (lo curiosos es que no hemos enseñado eso de manera formal), sigo escuchando a mis colegas como emplean la palabra “deserción escolar” (término castrense que significa abandono y tipificado como traición a la patria)  para referirse a los estudiantes que dejan de estudiar por diversas razones (la mayoría de ellas por las deficiencias inclusivas del sistema). Mientras escribo este ensayo, recuerdo el sistema de policía escolar que tenemos para establecer el orden y la disciplina dentro de las escuelas… Definitivamente, aunque le brindemos una ampulosa teoría sobre democracia  a los estudiantes, el curriculum oculto que llevamos nos termina traicionando y enseñamos -a través de nuestras acciones- de manera autoritaria y rígida.
En la serie de trabajo N° 14 del Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD: 2008) se detalla que: a) el 58% de jóvenes entre los 18 y 29 años opina que la democracia es una necesidad para alcanzar el progreso; b) el 73.38% de los jóvenes varones entre los 18 a 29 años opina que la democracia existe pero funciona mal y, en el caso de las mujeres, el porcentaje se sitúa en 70.2%. Estos datos, revelan la importancia que los valores de la democracia tienen hoy en el país y confirman  que el descontento proviene del funcionamiento.
La democracia, aunque frágil en el Perú, tiene eventos que la han reforzado en los últimos cincuenta años. No ha sido necesariamente la escuela la que ha permitido esto pero ha servido como referente para que hoy podamos hablar de ella de manera más libre. Entre estos eventos que han dado sentido a nuestra cultura democrática, considero que podemos enumerar a los siguientes:
       La migración del campo a la ciudad: fenómeno cultural que produjo la transformación de la sociedad peruana.
        La globalización y su efecto contraproducente de fortalecer las identidades locales (globalización).
        La tecnología virtual, sus ventajas han abierto múltiples alternativas de desarrollo.
        La reforma agraria, a pesar de sus errores, le dio al campesino la oportunidad de asumirse como ciudadano.
        La aparición de movimientos sociales, colectivos y grupos activistas que buscan reivindicar los derechos civiles (indígenas, feministas, homosexuales, campesinos, etc.) 
       La creación de un PEN (proyecto Educativo Nacional) con desarrollo de capacidades desde el 2006.
       Las protestas sociales que generaron la caída de Fujimori el año 2000.
       La presencia de ONG’s que han promovido las intervenciones desde abajo desde los años 90.
       La igualdad de género planteada desde la constitución de 1979.
       La respuesta a los años de violencia política que vivimos desde el año 1980.
       El informe final de la Comisión de la verdad y la reconciliación que ha permitido incorporar a la sociedad civil en su afán por sanar las heridas de la violencia política que vivimos en los años ochenta y noventa.
Sin embargo, algunos eventos han limitado nuestra construcción democrática y –reforzando mi hipótesis- ha afianzado sus elementos punitivos, pasivos, representativos, etc. Entre estos eventos considero que destacan:
       La violencia política que el país vivió durante dos décadas (1980-2000), se violaron los derechos humanos y se perdieron las garantías constitucionales.
        La corrupción: este problema se ha institucionalizado.
        La herencia colonial: el patronazgo, los paternalismos, el asistencialismo, la visión patrimonialista del estado, el clientelaje político.
        El tutelaje, mecanismo por el cual, el ejercicio ciudadano deja de serlo por que se asume una falta de capacidad en la sociedad.

Frente a todo ello, considero que una solución es que debemos pensar en la democracia más allá de su dimensión estrictamente político-electoral, y apuntar a construir una democracia basada en el ejercicio pleno de los derechos de todos los ciudadanos, lo que permite considerar también dimensiones culturales, económicas y sociales.
Debemos entender la ciudadanía como la condición de ser sujeto de derechos y deberes ante la comunidad política y el Estado.
El cómo y el cuándo están en la escuela. Debemos aprovechar la flexibilidad del curriculum para insertar valores democráticos, promover la participación de los estudiantes de manera libre y espontánea, promover la participación en la toma de decisiones sin afanes coercitivos. 
Nuestra forma de percibir la democracia (“la mayoría manda”), no es la más adecuada, ya que el Perú se caracteriza por ser un territorio multicultural y heterogéneo, donde las minorías (étnicas, de género, etc.) también tienen iguales derechos. Asumir esta diversidad cultural como una traba para el desarrollo es un gran error pues dentro de esta diversidad, las minorías consideradas como “los otros” son las personas y grupos excluidos que son objeto de discriminación de una u otra forma, y , en general, todo ciudadano que, en determinado contexto, ve vulnerados sus derechos (PUCP 2011: 18)
En conclusión, en el Perú, la democracia “ideal” sería aquella que fortalezca la diversidad cultural y que posibilite el desarrollo de nuestra heterogeneidad en base a una ética intercultural.
Fortalecer la diversidad a partir de nuestra propia realidad educativa, afirmar nuestra heterogeneidad a partir de la experiencia de los estudiantes.
Es importante que los estudiantes se conozcan y reconozcan como agentes de cambio, que se sientan participes de las tomas de decisiones, que se entiendan como ciudadanos activos en la edad que tienen y se asuman como promotores de valores democráticos.  Solo así nuestra democracia ideal pasar á a ser formal y real. 
Transformar la cultura democrática es parte de nuestra responsabilidad social. Los cambios pueden llegar desde arriba, bajo la propuesta educativa del estado; pero, estimo que promover cambios desde abajo es tan válido y meritorio, impulsar programas para afirmar los valores democráticos dentro de la escuela servirá para que estos se reproduzcan de manera natural en los estudiantes y se proyecten en su quehacer cotidiano fortaleciendo nuestra democracia.  Tarea difícil pero no imposible, claro que podemos.


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